El alcanfor es tóxico si se ingiere en grandes cantidades, por lo que debe mantenerse fuera del alcance de los niños y mascotas. Además, debido a su alta volatilidad, debe almacenarse en un lugar fresco y bien ventilado, lejos de fuentes de calor y llamas abiertas. Evitar el contacto prolongado con la piel, ya que puede causar irritación en personas con piel sensible. Se recomienda el uso de guantes al manipular el producto en grandes cantidades.
El alcanfor se utiliza ampliamente en la medicina tradicional y moderna, principalmente en la elaboración de bálsamos y ungüentos para aliviar dolores musculares y articulares. También es efectivo como repelente de insectos, especialmente contra polillas, lo que lo hace útil en la protección de ropa y textiles. Además, se usa en algunas formulaciones de productos cosméticos y de cuidado personal, aprovechando sus propiedades antisépticas y calmantes.